viernes, 3 de agosto de 2007

El capitán del equipo




El capitán juega un doble papel en los equipos deportivos, por una parte están sus derechos y deberes como capitán y por otra como jugador principal. Entre sus funciones como capitán se asigna la tarea de representar al equipo. Las tareas del capitán van encaminadas a elevar la efectividad del equipo y acrecentar los rendimientos deportivos. Es el miembro del equipo que con mayor exigencia se le plantean los resultados anteriores.
En las situaciones más difíciles se espera que el capitán tenga la actuación más sobresaliente, que logre controlar no solo sus emociones sintió la del resto de los deportistas.
Por otra parte el capitán debe dentro de sus funciones hacer un profundo papel de intermediario entre los deportistas y los entrenadores.
Durante el juego el capitán mantiene una estrecha subordinación (al igual que los otros miembros del equipo) al entrenador. Aunque puede decirse que el capitán debe, en mayor medida, subordinarse a los entrenadores, para resaltar su capacidad para dirigir el grupo. Esto aparentemente se puede convertir en una contradicción en su rol de líder, ya que su liderazgo estará constantemente mediatizado por las orientaciones de los entrenadores y en cierta medida restringida su capacidad de independencia e iniciativa. Las acciones del capitán en el terreno se manifiestan en situaciones conflictivas y críticas y también cuando hay intercambios entre los miembros del equipo y los árbitros.
El capitán debe ser muy cuidadoso en estas situaciones para evitar no realizar él u otro de los jugadores de su equipo un ataque no justificado contra los adversarios o con su comportamiento estimular a algún deportista a realizarlo. Sobre todo a aquellos jugadores que presentan inestabilidad emocional y que pueden cometer errores de esta naturaleza.
Teniendo en cuenta que el papel del capitán esta bien definido con las reglas correspondientes, con las obligaciones y los deberes, se presupone, que él debe influenciar positivamente sobre el desarrollo de los rasgos y cualidades determinados de la personalidad y la conducta de los deportistas.
Las relaciones entre el entrenador y el capitán tienen una gran importancia en el plano de la colaboración del entrenador con el equipo, específicamente en las situaciones, cuando exista rivalidad o cualquier otra forma de divergencia y se necesite conocer la opinión de los miembros del equipo. Es necesario señalar que en cuanto el capitán es un líder elegido por los deportistas, él puede ponerlos a ellos en contra del entrenador. El capitán con frecuencia contribuye al fracaso inexplicable del equipo, al conflicto y hasta la salida del equipo del entrenador.
El entrenador experimentado, que tiene buenas relaciones con los miembros del grupo, puede en mayor medida consolidar éstas, si combina la dirección con relaciones emocionales amistosas con los deportistas. esta afinidad puede lograrse cuando el entrenador brinda su asesoramiento y consejo a los deportistas y se acorta la distancia que existe entre él y ellos, debido a la diferencia de edad, experiencia, así como derechos y deberes.
Para establecer y mantener unas relaciones estables y favorables con el equipo, es importante que el entrenador sepa establecer sus relaciones con el capitán, prestándole atención a lo siguiente:
Los objetivos y las tareas del capitán y de los otros jugadores deben concordar.
El capitán, al cumplir la orientación general del entrenador, desempeña el papel dirigente "parcial" sólo en situaciones determinadas.
El papel de capitán es más responsabilidad que privilegio.
El papel del capitán trae consigo el cumplimiento de funciones determinadas inclusive fuera de la actividad deportiva.
El capitán debe saber diferenciar la relación positiva o negativa de todos los miembros del equipo hacia un jugador determinado, independientemente de su relación personal hacia el deportista dado.
Las relaciones de los diferentes miembros del equipo con el capitán tienen mayor importancia que las relaciones entre los jugadores "simples". A esto se le debe prestar una atención especial.
Todas estas exigencias deben de tenerse en cuentas al elegir al capitán. Por eso a diferencia de líder, que aparece en gran medida de forma espontánea y accidental, la situación del capitán es administrativa. En virtud de esto la elección del capitán está condicionada por una serie de principios y criterios tradicionales, que tienen en cuenta la edad y la experiencia del candidato, su categoría deportiva en el equipo, la capacidad para establecer contacto con los superiores, dirigentes y entrenadores, su nivel cultural y educacional y sus éxitos fuera de la actividad deportiva.
La elección del capitán le brinda la posibilidad al deportista de expresar su opinión y la decisión final, sin embargo, la organización y la realización de este procedimiento tiene con frecuencia, un carácter directo. En este caso, las necesidades del equipo podrían carecer de la cortesía necesaria. Si la elección del Capitán fue realizada de una manera directa, y sin la emotividad necesaria éste fue aceptado por parte de los jugadores, entonces ya desde el inicio podría surgir una situación desfavorable, tanto para el equipo como para el Capitán. Si además de esto en este equipo existe un líder informal, entonces el Capitán que fue elegido de la forma antes mencionada, solo agravará las relaciones existentes entre los jugadores, lo que indiscutiblemente provocará la formación de grupo, disminuyendo así la cohesión del equipo.
La designación del capitán en contra de las tradiciones existentes en el equipo pueden traer como resultado, tales consecuencias desfavorables. En estos casos, en el equipo solo existirá formalmente el capitán, y la situación de los problemas puede conducir a que se plantee la pregunta acerca de su permanencia en el equipo en calidad de jugador "simple". En casos similares, el equipo idea diversas variantes de compromiso, las que, sin embargo no alivian las situaciones ni del equipo, ni del capitán.
Teniendo en cuenta todo esto, hay que decidir categóricamente, si el papel del capitán se determinará realmente por elección o estas funciones, para reafirmar el orden serán confiadas al deportista, que fue designado para este cargo para un plazo determinado.
Indudablemente, los criterios de la elección del capitán no deben determinarse con excesiva rigidez. Veremos que en un equipo, los juveniles querían elegir como su capitán a un jugador, que estaba mal en los estudios, y que además de esto tenia algunas conductas inapropiadas como lo es fumar. Sin embargo, el candidato se conocía que tenía capacidades organizativas evidentes, las que ya le había demostrado, por lo que el grupo lo prefería precisamente a él.
Con frecuencia en la practica nos encontramos con aquellos casos, cuando el equipo, en la persona del capitán tienen a un líder formal, y cualquier otro jugador principal, es el líder informal. (real o verdadero). Se produce una situación compleja, en la que las cualidades personales de estos jugadores y el carácter de las relaciones existentes entre ellos adquieren una gran importancia. Los contactos personales desfavorables que se producen entre estos jugadores pueden conducir a la disminución de la efectividad del juego de uno de ellos o de ambos, a la pasividad, a la rivalidad, así como también el conflicto oculto o manifiesto, tanto en el terreno deportivo como fuera de este.
Situaciones semejantes son peligrosas no solo para estos dos deportistas, sino también, para el equipo en general. El conflicto oculto podría ser velado como una interacción y colaboración formal, pero manifestarse también en el transcurso del juego, al mismo tiempo, el líder tendrá una superioridad palpable. Debido a que la organización del juego se encuentra fundamentalmente en sus manos, él puede influir sobre la efectividad del juego de su "rival".
Incluso, aunque no existan indicios externos de conflictos y de intolerancia, cuando ambos jugadores dediquen grandes esfuerzos para no demostrar sus sensaciones internas, puede encontrar pruebas convincentes de la influencia negativa de sus relaciones durante el juego.
Durante las investigaciones sociométricas, a uno de los equipos se le analizaron las relaciones existentes entre el capitán y el jugador principal del equipo. Ambos poseían un intelecto suficiente, con suma atención completaban cada columna del cuestionario, tratando de encontrar en la instrucción dada la respuesta deseada. La mayoría de las preguntas ellos la respondieron de forma tal, que el investigador podría tener la impresión de que entre ellos no existía la menor antipatía ni enemistad. Y solo en una de las columnas del cuestionario la respuesta deseada resultó tan confundida, que uno de los líderes expreso su verdadera opinión.

EL EQUIPO SIN LIDER
A veces nos encontramos con equipos en los que no existe un verdadero líder, es decir, el jugador que arrastra consigo a sus compañeros y puede dirigir activamente sus acciones. Las causas de esto pueden ser muchas. En una serie de casos esto está relacionado con la influencia manifiesta de la personalidad del entrenador, desde las fases de selección mas tempranas de los jugadores y de la formación del equipo.
La carencia de líder es catalogada como deficiencias del equipo. Por consiguiente, desde su "nacimiento", el equipo debe dirigirse de forma tal, que en el mismo debe existir un deportista que posea un buen potencial de posibilidades para que sea elegido líder. Este potencial se manifiesta en la conducta general del jugador, en sus puntos de vista y en sus habilidades. Desde sus primeros contactos con el deportista, el entrenador puede observar al líder "encubierto". Durante esto el entrenador puede interesarse por: "quién es fundamental en su terreno, cuando juegan; quién es el organizador de las acciones, que muchachos son considerados fundamentales; cuántos de los jugadores mantienen relaciones estrechas con él. Y para finalizar es mucho mejor descubrir el líder potencial durante el juego: el más decidido, con más iniciativa, ingenioso y, como regla, coopera activamente con los jugadores.
Un equipo mal seleccionado puede tener un grado de no heterogeneidad tal, que esto pueda ser la causa de su discapacidad para seleccionar de sus filas el líder. La crisis en las relaciones a veces alcanza un nivel tal, que el grupo no está en condiciones de hallar el mínimo de cohesión, necesario para su funcionamiento normal, ya que ésta se descompone en diferentes grupos.
El equipo que es dirigido por el entrenador utilizando un estilo anárquico, con frecuencia no tiene "lugar" inclusive, para el líder, lo más seguro es que el líder no podrá existir sin una reorganización sólida de las relaciones, las que deben ocupar el lugar correcto entre el entrenador y el equipo.
El equipo que carezca de líder no está en condiciones de mostrar todas sus posibilidades. Este tipo de equipo es especialmente sensible a las situaciones críticas y prácticamente no esta capacitado para en el momento necesario introducir los cambios activos en el transcurso de los acontecimientos y alcanzar el resultado. Un desarrollo desfavorable de los acontecimientos origina la escisión en las relaciones entre los jugadores, el equipo se convierte en un grupo que no tiene unidad entre los individuos y por lo tanto, deja de ser un grupo cohesionado.

LA EXISTENCIA DE VARIOS LIDERES
No es difícil analizar la situación que existe en un equipo que tiene dos líderes y un capitán, que posee además, status sociométrico negativo. Esta situación se hará aún más compleja cuando a estos dos líderes se adicione otro jugador. En este caso, el empeoramiento del juego del equipo podrá ser observado inclusive, por un espectador no calificado. Con frecuencia el contrario planifica su plan táctico teniendo en cuenta precisamente estos factores, que debilitan considerablemente la capacidad combativa del equipo. Con esta situación, las relaciones entre los jugadores se alteran y habitualmente salen fuera del marco de su actividad de juego, los conflictos conmocionan a todo el equipo. Este puede en el momento decisivo del campeonato dar muestra de todos los índices de una gran caída.
Las causas fundamentales de esta situación hay que buscarlas en el propio equipo. Es posible, que la rivalidad recíproca entre los líderes potenciales no se dirigió a su tiempo de forma adecuada, por el contrario, esta rivalidad pudo verse formando artificialmente o estimulada en el equipo, porque de los diferentes jugadores "claves" se esperaba más de lo que ellos podrían dar. Y de esta manera en el propio equipo surgió una situación de rivalidad, de lucha por el papel principal. Como regla, a esto hay que adicionarle también los factores externos: los espectadores, la prensa, los agrupamientos en el staff de entrenadores y la dirección del deporte. Los conflictos abiertos, los acontecimientos, las reacciones emocionales excesivas contribuyen mucho más al desarrollo desfavorable de las relaciones complejas.
Al mismo tiempo, los dos líderes que existen en el equipo no representan en sí ningún problema serio y no obligatoriamente deben alterar las relaciones interpersonales en el grupo. El problema surge sólo en caso, cuando el grupo fue conformado de manera tal, que a éste le sea necesario o un líder, o que las cualidades de ambos no responden en la medida necesaria, a la necesidad del grupo. Como lo demuestra la experiencia, ambos líderes pueden colaborar exitosamente en un equipo si ellos se completan uno al otro, si combinan su juego con el juego de todo el equipo. Esto puede observarse también en algunos equipos deportivos de clase superior. Resulta, que el grupo no solo acepta a ambos líderes, sino que también reconoce este estilo de dirección, lo que contribuye a que exista una mayor cohesión entre los jugadores y que desarrollen un juego exitoso. Por otra parte, por ejemplo, en una serie de equipos de fútbol puede encontrarse a los líderes, que inspiran a los jugadores restantes no sólo en el plano competitivo, en el plano del juego, sino que también influyen sobre el equipo fuera de los marcos de la actividad deportiva. Como regla, las combinaciones de líderes "emotivos" y "laboriosos" tiene gran acierto en el equipo.

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